Tres visitantes de España, querían vivir una experiencia única en la naturaleza, y finalmente decidieron dar el paso y buscar la ruta perfecta para su aventura. Buscando orientación sobre qué ruta de trekking podrían realizar, se pusieron en contacto con Montecima Trekking, donde se les ofreció información detallada y personalizada según su nivel de experiencia.
Después de varias semanas de asesoría, las tres chicas se sintieron atraídas por la ruta de 2 días por la Cuenca del Otún, recomendada por Montecima Trekking. A pesar de ser una travesía relativamente corta, esta ruta prometía una gran variedad de atractivos naturales tales como, la Laguna del Otún, el Valle del Cóndor, los ecosistemas de páramo, imponentes cascadas y una abundante diversidad de bosques que rodeaban el río Otún, cuyas aguas abastecen a miles de personas en la región. Esta gran aventura se viviría en el Parque Nacional Natural Los Nevados, un paraíso natural ubicado en la Cordillera Central de los Andes Colombianos, donde se entrelazan los picos nevados y los ecosistemas más diversos de la región.
El día de su llegada, el clima no les fue del todo favorable, pero no les importó; la neblina y las bajas temperaturas solo añadían un toque de magia al paisaje. Durante las tardes y la niebla envolvía los picos de las montañas, creando una atmósfera mística.
A pesar de las bellas vistas y los rincones escondidos de la naturaleza, el desafío físico fue real. Las chicas no estaban acostumbradas a terrenos tan rocosos y exigentes. Las largas subidas y los descensos empinados pusieron a prueba su resistencia tanto física como mental. Sin embargo, el esfuerzo valió la pena. A medida que avanzaban, se sentían más conectadas con la naturaleza. Las conversaciones en el sendero, las risas y el apoyo mutuo les dieron fuerzas para seguir adelante.
El segundo día, después de recorrer 34 km, llegaron al final de la ruta en El Cedral. Aunque agotadas, estaban llenas de satisfacción. La belleza de la Cuenca del Otún, las pruebas superadas y el conocimiento de que habían elegido la ruta adecuada para ellas las hizo sentirse inmensamente felices. Sin duda, había sido una aventura que marcó un antes y un después en sus vidas, y que jamás olvidarían.
Al final, las tres reconocieron que, a pesar de las dificultades, la experiencia había sido única. Habían aprendido que, a veces, el verdadero valor de una aventura no solo está en los paisajes que se descubren, sino en los desafíos que se enfrentan y las lecciones que se aprenden. Y así, con el corazón lleno de gratitud, regresarían a España.
¡Aventura y experiencias!